¿Dónde y cómo estás perdiendo el tiempo? Las claves para dejar de hacerlo.Tu ritmo circadiano, las distracciones y la motivación.

Ocupado no es sinónimo de eficiente: fácil de entender, difícil de aplicar.

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¿Qué es lo que hace que nos sintamos satisfechos al final del día y nos deja con esa sensación de “quiero más, puedo con todo”?

Este momento de satisfacción que nos hace sentir tan bien se da porque nuestros niveles de energía y carga de trabajo han ido de la mano a lo largo del día. Es decir, cuando hemos sabido llevar a cabo las tareas más complicadas cuando nuestra energía estaba al máximo, y las tareas más tediosas y que menos energía requieren cuando nuestros niveles de concentración estaban más bajos. Cuando hemos remado a favor de la corriente, y no en contra.

Y esto, amigos, aunque parece una obviedad no es tan fácil de lograr cómo suena.

Biológicamente, nuestro cuerpo funciona con base en el llamado ritmo circadiano, que marca los momentos de la jornada en que estamos más concentrados y con altos niveles de energía, y aquellos otros en los que, por el contrario, nuestra mente no está de nuestra parte para llevar a cabo tareas que requieran altas dosis de concentración.

Un 15% de la población madruga mucho, otro 14%, los llamados búhos, son más creativos por la noche, cuando el sol ya ha caído y la mayoría estamos en la cama, y el resto, la gran mayoría de la población mundial, estamos en un escalón intermedio. No nos gusta madrugar demasiado ni estamos del todo despejados a primera hora, pero tampoco somos capaces de quedarnos hasta muy tarde trabajando. Generalmente, somos madrugadores “medios”, no al alba, y alcanzamos nuestro pico de máxima concentración entre las 9 y las 11 de la mañana. (Quizás por esto, por mucho que quieres emular al Club de las 5am, no logras conseguirlo)

Entender esto es clave fundamental antes de comenzar a trabajar por conseguir cualquier gran objetivo.

¿Conoces a alguien que lleve años diciendo que quiere cambiar de trabajo, o ascender o formarse en X área que necesita dominar para llegar al puesto que desea?

Puede ser que en el fondo no lo quiera de verdad, o quizás sí, pero no sabe cómo hacerlo.

El cambio requiere de algo muy importante, que es pensamiento estratégico, y el momento para que funcione se da en el pico de máxima energía de nuestro día. Posponer acciones importantes, que requieran de nuestra concentración y de nuestra máxima capacidad para tomar decisiones para el final de día, como si fuera una tarea secundaria, no solo no nos va a permitir avanzar, sino que además vamos a sentir tanto que estamos perdiendo el tiempo, que acabaremos por dejarlo.

La mejora manera de identificar cuál es nuestro momento pico es encontrar el patrón, y para eso, se requiere un seguimiento y un diario de bitácora. (Al final del artículo puedes descargarte un documento modelo para llevar este seguimiento, te recomiendo que lo hagas durante las siguientes 2 semanas).

Una vez que tengas identificado tu momento pico, es importante que cada mañana respondas a las 3 preguntas “QUÉ” clave del día para no perder el foco:

  1. ¿Qué paso estratégico puedo dar hoy para avanzar?
  2. ¿Qué es lo que va a tener impacto en relación con mi objetivo mayor?
  3. ¿Qué puedo hacer que me haga sentir satisfecho al final del día?

Esta última pregunta es fundamental, porque permite poner el foco en aquello que va a hacer que acabemos el día entusiasmados, y que nos vayamos a dormir con esa sensación de felicidad para arrancar con más ganas al día siguiente.

Pero, ojo aquí. No iba a ser todo tan fácil.

Distracciones

¿Sabías que al estar distraído te agotas más que estando concentrado? Y es que el cerebro consume más glucosa haciendo cambio constante de tareas que estando plenamente enfocado en una sola tarea más complicada.

Los seres humanos no funcionamos de manera automática. El hecho de que hayas sido capaz de identificar tu franja horaria de mayor energía, no quiere decir que te vaya a ser fácil estar concentrado constantemente.

La generación milleanial, y posteriores, no solo estamos híper estimuladas, sino que, además, aprendimos a poner valor al multitasking. Varios estudios han demostrado que, a pesar de las apariencias, el multitasking no es compatible con la realización exitosa de tareas que requieran grandes dosis de concentración, sí quizás para tareas administrativas y, aun así, cuando atendemos a varias cosas a la vez corremos el riesgo de cometer más errores, tomar decisiones de manera subjetiva y caer en los estereotipos (Harvard Business School).

En definitiva, nuestro cerebro no funciona de manera optimizada.

La concentración se entrena. Así que aquí te dejo otro ejercicio. Una vez que tengas identificada tu franca pico, comienza por “aislarte” durante 20 minutos y prepárate “el terreno” para evitar cualquier tipo de distracción:

  • Nada de teléfonos, ni siquiera a la vista, un estudio de Harvard señaló que las personas que trabajan con el móvil en su campo visual, aun estando en silencio, son menos productivas.
  • Sonidos que puedan distraerte, incluido escuchar música con letra. Otro estudio dice que las personas que trabajan mientras escuchan canciones con letra retienen menos lo que están leyendo y son más lentas a la hora de aprender una nueva habilidad.
  • 20 pestañas abiertas en el ordenador, otra de las cosas que despistan a nuestro cerebro. Cierra el calendario, el mail y todas las pestañas que no estés usando en este momento. Un estudio de Harvard realizado entre más de 35 mil líderes, concluyó que nuestro cerebro es adicto a las tareas insignificantes. Cada mini tarea que realizamos, por ejemplo, entrar en esa pestaña que dejamos abierto, abrir el calendario para revisar o apuntar alguna cosa sin importancia, responder a un mail que acaba de llegar, cuando no es necesario… Genera un pequeño chute de endorfinas. Las mini tareas concluidas son una pequeña droga que nos generan adicción, y que además hacen que perdamos el foco de las cosas realmente importantes; las relacionadas con el objetivo mayor y con las tres preguntas del inicio del día. Así que, toma las medidas que sean necesarias para eliminar distracciones y la necesidad de realizar estas pequeñas tareas. (Mejor dejarlas para el momento de menor energía.)

Cuando sientas que has dominado el arte de la concentración (nada sencillo, aunque lo parezca) y creas que puedes estar plenamente concentrado durante esos 20 minutos, vete incrementando día a día y poco a poco este bloque de concentración, y analiza hasta donde puedes llegar.

A medida que pasa el día, nuestra energía va decayendo, pero hay un segundo pico de energía al final de la tarde. Según los estudios, en este bloque tenemos especial disposición para ser más creativos. Este es un buen momento para que revises cómo vas avanzando con las 3 preguntas que te planteaste al inicio del día. ¿Estás cumpliendo lo que te propusiste?

La motivación.

¿Será esto suficiente para conseguir tus objetivos?

La respuesta es… vas por buen camino, pero no.

“Si estás interesado, harás lo que sea conveniente. Si estás comprometido, harás lo que sea necesario”. John Assaraf.

La verdad es, que aun cuando tenemos toda esta información, debemos hacer un sobreesfuerzo para conseguir mantener la motivación. Todos, en algún momento, perdemos la motivación.

La diferencia entre las personas que consiguen que la disciplina le gane a la falta de ganas es esa sensación de compromiso con el objetivo. No es lo mismo estar interesado o tener ganas de cambiar de trabajo, ascender de puesto o correr una maratón; que tener el compromiso de hacerlo. Solo de esta manera, adquiriendo un compromiso, podremos encontrar la fórmula mágica del éxito: hacer todos los días algo que nos permita avanzar en nuestro objetivo, aunque sea un paso muy pequeño, pero un paso, al fin y al cabo.

La mayoría de las personas empleamos miles de horas imaginando como sería nuestro futuro “si” (inserte aquí el objetivo perenne que está en tu imaginario); pero pocos son los que entienden la formula y ponen el esfuerzo que se requiere para bajarlo a la realidad. Quizás por eso, múltiples estudios señalan que el 95% de las promesas de fin de año, se olvidan antes de que comience el mes de febrero.

La consecución de tu objetivo no depende del cuaderno que te compres para comenzar a planificar, ni de la cantidad de apps que te bajes para hacer tus to-do lists, ni siquiera de las visualizaciones que hagas “como si ya lo tuvieras”. Depende, sobre todo, de tu nivel de compromiso.

Para saber si lo tienes y si el objetivo que buscas realmente es importante para ti y estás comprometido con él, hazte las 3 preguntas de la verdad:

  1. ¿El cambio que buscas merece la pena?
  2. ¿Estás dispuesto a hacer el esfuerzo que se requiere para conseguir ese objetivo que te propones?
  3. Y si respondiste sí, ¿por qué no lo has hecho hasta ahora?

“La gente exitosa hace lo que las personas que no tienen éxito no están dispuestas a hacer”. Darren Hardy

Conclusión:

  1. No todos los seres humanos funcionamos igual. Aprende a identificar tus horas de mayor rendimiento y comienza a aprovecharlas. Comienza tu diario de bitácora con el modelo del documento adjunto.
  2. Aprende a sacar el máximo provecho de tu día haciéndote las 3 preguntas del “qué” al comenzar el día.
  3. Evita distracciones, no caigas en la adicción a las pequeñas tareas que te enganchan con mínimas dosis de dopamina. Comienza a practicar con bloques de máxima concentración de 20 minutos y vete aumentando.
  4. Estar interesado no es lo mismo que estar comprometido. Responde con sinceridad las 3 preguntas de la verdad y decide si es lo que quieres.

Y, sobre todo, recuerda. No esperes a estar del todo preparado para empezar. Deja de darle vuelta a la teoría y ponte manos a la obra. No tienes que saber hacer las cosas bien cuando empiezas, pero si no empiezas nunca serás capaz de hacerlas bien.

*Si ya sabías todo esto, pero sigues sin conseguirlo y/o si necesitas un impulso para ello, no dudes en escribirme, estaré encantada de ayudarte.

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