Cuando Marcos Acuña habla de QU!CK Scan&CO , lo hace con la pasión de quien convirtió una idea disruptiva en un fenómeno global. Desde sus primeros pasos en Argentina, siempre tuvo claro que el futuro de la atención al cliente no dependía únicamente de la cantidad de personal, sino de la capacidad de simplificar procesos y ofrecer soluciones inmediatas.
Ese sueño, que comenzó como un proyecto local, hoy tiene presencia en más de 50 tiendas tecnológicas y de negocio en distintos países, y encuentra en Miami un nuevo epicentro de expansión.
Acuña desembarcó en Estados Unidos con su esposa Noelia y sus tres hijas, convencido de que el mercado norteamericano es el escenario perfecto para consolidar la propuesta de atención rápida, automatizada y sin empleados. “Miami es una ciudad vibrante, multicultural y abierta a la innovación. Sabíamos que era aquí donde QUICK tenía que estar”, asegura Marcos Acuña.

El desafío no fue menor: adaptarse a una nueva cultura, a regulaciones distintas y a un público exigente que valora la inmediatez y la eficiencia. Sin embargo, la visión de Acuña siempre fue clara: “El consumidor de hoy no quiere esperar, quiere soluciones ágiles y confiables. QU!CK Scan&CO nació para responder a esa necesidad”, enfatizó.
El modelo, que ya funciona con éxito en distintos puntos de Miami Dade, se expandió también al condado de Broward, donde ofrecen atención inmediata en espacios diseñados para que la tecnología sea protagonista.
La propuesta elimina la necesidad de empleados en ciertos procesos, generando un ecosistema donde la experiencia del cliente es más directa y personalizada gracias a la innovación.
Con un estilo de liderazgo cercano y una fuerte impronta familiar, Marcos Acuña no sólo busca hacer crecer a QU!CK Scan&CO, sino también inspirar a otros emprendedores latinos a animarse a soñar en grande. “Traer a mi familia conmigo fue fundamental; este proyecto no es solo empresarial, también es personal. Estamos construyendo un futuro en el que la rapidez y la calidad conviven a la perfección”, concluye Acuña.






