Una de las claves de este metaverso es la realidad virtual. Este nuevo mundo digital tiene que ser inversivo y permitir a sus usuarios interactuar con él como lo hacen con el mundo real.
No es una plataforma dominada por una o varias empresas, sino que es una suma de espacios interconectados como internet, que permite desplazarse de un lugar a otro, sin barreras, lo que puede unir a todos estos nuevos universos, sin límites.
En este universo digital, podemos crear nuestra identidad digital y ser parte de una nueva economía que replantea el surgimiento de nuevas formas de trabajos, desde ganar dinero a través de la participación en videojuegos, como ser arquitectos de ciudades digitales, dueños de tiendas virtuales, tierras y naves espaciales del metaverso, que redefinen también todo un concepto nuevo de propiedad.
Aparte de la gran jugada de la red social Facebook con su renombramiento como Meta, y su conversión de negocio hacia este nuevo universo digital, el gran jugador del momento es la Blockchain. Las aplicaciones descentralizadas son la nueva economía donde se van a poder usar las criptomonedas para hacer uso del metaverso.
Es así como los videojuegos tradicionales, se están moviendo hacia la Blockchain que proporciona la ruta más directa hacia una economía de “juegos para ganar”, que es global, inclusiva y orgánicamente viral.
Según un artículo publicado en el World Economic Forum, en la actualidad, casi 3 mil millones de personas en todo el mundo juegan videojuegos, y existe toda una infraestructura en torno a los juegos profesionales, que ha creado importantes oportunidades y riqueza para los mejores jugadores.
Los mejores de ellos son considerados atletas: empleados como miembros asalariados del equipo, compartiendo recompensas o premios en los torneos y controlando lucrativos acuerdos de patrocinio. Otros monetizan sus transmisiones en vivo jugando juegos en plataformas de audiencia como Twitch o YouTube Gaming.
Los videojuegos ahora representan una industria de 336 mil millones de dólares, según BITKRAFT Ventures, que representa una amplia variedad de software, hardware y propiedad intelectual. A medida que los juegos se han convertido en la categoría de medios más grande del mundo por delante de la televisión en línea, el entretenimiento On Demand, las películas y la música, pero hasta ahora, casi toda la actividad económica basada en juegos está centralizada, lo que otorga a los desarrolladores y editores, los derechos de todo lo que sucede dentro de sus juegos. El caso comercial para esto es capturar los miles de millones de dólares generados por la venta de contenido del juego, artículos digitales y suscripciones, pero también significa que la gran mayoría de los jugadores tienen pocas formas de compartir el valor sin seguir la ruta de profesionalización.
Este modelo históricamente custodio de propiedad y participación en las ganancias, ha persistido a medida que la industria ha crecido, pero podría estar en la cúspide de la transformación, con la llegada de los llamados juegos de “jugar para ganar”. Este tipo de videojuego permite a los jugadores ganar ‘verdaderamente’ y poseer activos digitales que luego pueden venderse fuera del juego a su propia discreción.
De esta forma la industria del videojuego estaría a punto de cambiar.
Jugar para ganar podría llevar la identidad digital, los activos y la propiedad a las manos de los jugadores.
Si las personas deben dedicar tiempo, atención e inversiones personales importantes a los entornos digitales, es fundamental establecer la confianza en la durabilidad de sus bienes y presencia digitales, así como en su solidez económica. Las primeras implementaciones muestran que esto se puede lograr con la tecnología Blockchain, que, mediante el uso de la criptografía, puede garantizar la confianza digital y un almacenamiento de valor descentralizado.
Blockchain ya se está aplicando a una amplia gama de sectores, desde las finanzas hasta el arte, y los videojuegos no son una excepción. Los juegos de jugar para ganar se basan en la tecnología Blockchain , incluso en forma de tokens no fungibles (o NFT), como base para la creación de valor. Un NFT es un reclamo de propiedad asegurado digitalmente para un activo digital único, no intercambiable. En la práctica, los NFT pueden tomar muchas formas dentro de los mundos virtuales: personajes, elementos, tierras, características de personalización decorativa como ropa digital y más. La gente ‘gana’ los artículos más valiosos jugando muy bien y puede venderlos por dinero del mundo real en sus propios términos.
El modelo de negocio de “jugar para ganar” adopta la idea de una economía abierta y recompensa financieramente a cada usuario que agrega valor al jugar y pasar tiempo en el ecosistema de juego. En el pasado, la percepción sobre los juegos eran solo una forma de divertirse, y los creadores del juego los únicos que ganaban dinero. Esa percepción está cambiando ahora a medida que está surgiendo una nueva clase de juegos. Estos no solo son divertidos, sino que también son atractivas oportunidades de inversión e incluso pueden convertirse en una fuente de ingresos para vivir.
En plena pandemia del COVID-19 un pequeño poblado rural del norte de Manila, Cabanatúan, en Filipinas, han conseguido pagar sus deudas, comprar alimentos y adquirir medicinas gracias a un videojuego: Axie Infinity, un juego de “jugar para ganar” de Blockchain, donde los usuarios crían, luchan y comercian con unas lindas mascotas llamadas Axies. Lo verdaderamente interesante de esta aplicación es que, al jugar, se pueden ganar tokens; que pueden venderse por criptomonedas y convertirlas en dinero real.
Axie Infinity, fue el puntapié para que “grandes de la industria” del videojuego pongan sus ojos y su dinero en esta clase de entretenimiento que ha dejado de ser un juego de niños. Ya con más sofisticación y gran inversión, juegos como Illuvium y Star Atlas, se preparan para saltar a la cúspide, y esto recién comienza.
Nota: Adrián Clara
Adrián es un apasionado de Bitcoin y la tecnología Blockchain, es titular de Premier Tecnología, el primer Bitcoin Store ubicado en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, y desde 2016 participa e impulsa proyectos relacionados con estas tecnologías.