Inmigrantes se refugian en tiendas mientras el invierno golpea a San Diego

Voluntarios se han encargado de alimentar y dar cobijo a cientos de solicitantes de asilo y otras personas, mientras esperan ser procesados por la Patrulla Fronteriza.

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Una larga espera en condiciones hostiles. (Foto: The San Diego Union-Tribune)

Son unas 500 personas -a veces llegan a 800– que cada dĆ­a acampan en las inmediaciones de la ruta interestatal 8 esperando ser procesadas.

SegĆŗn reseƱa The San Diego Union – Tribune en EspaƱol, las tiendas de campaƱa de colores, en su momento propiedad de la organizaciĆ³n Susan G. Komen for the Cure, dedicada a la lucha contra el cĆ”ncer de mama, ahora cumplen una funciĆ³n diferente.

Rescatadas y recicladas por activistas, hoy alojan a inmigrantes, muchos de ellos solicitantes de asilo, que recientemente han llegado a la frontera entre Estados Unidos y MĆ©xico.

Ubicadas en una zona desĆ©rtica al sur de la autopista I-8, cerca de las aguas termales de Jacumba, estas tiendas de campaƱa rosadas han puesto el foco nuevamente de la atenciĆ³n pĆŗblica sobre la difĆ­cil situaciĆ³n humanitaria que se ha venido intensificando en los Ćŗltimos tres meses, a lo largo de la frontera del condado de San Diego con MĆ©xico.

Este campamento es uno de los tres improvisados para inmigrantes en la zona silvestre del este del condado y el Ćŗnico visible desde una carretera asfaltada o una zona transitada.

Una larga espera mientras el frĆ­o se apodera del paĆ­s. (Foto: The San Diego Union-Tribune)

Desde mediados de septiembre, los migrantes han cruzado la frontera en grandes grupos por las Ɣreas de Jacumba y Boulevard, entregƔndose a los agentes de la Patrulla Fronteriza.

Durante la espera para ser trasladados a instalaciones de procesamiento, los migrantes permanecen en los campamentos, a veces por horas y en ocasiones casi una semana, siendo vigilados por la Patrulla Fronteriza.

Grupos defensores de los derechos de los inmigrantes describen estos campamentos, que no son gestionados pero sĆ­ monitoreados por la Patrulla Fronteriza, como “centros de detenciĆ³n al aire libre”, calificĆ”ndolos de “inhumanos” debido a la falta de refugio, escasez de alimentos y agua, y la detenciĆ³n de aquellos que intentan abandonarlos.

En un campamento cercano a la autopista, se observĆ³ a alrededor de 50 inmigrantes de paĆ­ses como AfganistĆ”n, Brasil, Colombia y TurquĆ­a, quienes descansaban en tiendas rosas y refugios improvisados.

El flujo de personas hacia los campamentos del condado este, aproximadamente a 50 millas de San Diego, no ha disminuido desde mediados de septiembre, segĆŗn Erika Pinheiro, directora ejecutiva de Al Otro Lado, una organizaciĆ³n sin fines de lucro de ayuda legal y humanitaria. Pinheiro estima que entre 400 y 500 personas, a veces hasta 800, viven diariamente en los tres campamentos del este del condado.

Los migrantes comenzaron a congregarse en la zona despuƩs de cruzar la frontera en mayo, cuando el gobierno de Biden puso fin al Tƭtulo 42, una polƭtica aplicada durante la pandemia que permitƭa expulsar rƔpidamente a los migrantes en la frontera sur sin posibilidad de pedir asilo.

La falta de acceso a la aplicaciĆ³n CBP One, utilizada para programar exĆ”menes de asilo, ha complicado aĆŗn mĆ”s el proceso para los solicitantes de asilo.

Muchos usuarios aseguran que la app de CBP tiene mal funcionamiento.

Aunque la CBP ya no permite que los migrantes lleguen libremente a los puertos de entrada y soliciten asilo, la demanda para las limitadas citas ofrecidas diariamente ha generado dificultades, ya que la aplicaciĆ³n estĆ” plagada de fallas y solo estĆ” disponible en inglĆ©s, espaƱol y criollo haitiano. Ante estas barreras, muchos migrantes optan por entregarse en los puertos de entrada.

 

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